La Costa Azul es
mundialmente conocida gracias al cine, a la atípica corte monegasca y a
su microclima resguardado de los vientos mediterráneos. Libre del
Mistral y la Tramontana, la costa de los departamentos del Var y de los
Alpes-Maritimes, es una de las regiones litorales más glamourosas del
planeta. Desde Hyéres en el Var, pasando por Mónaco, hasta la frontera italiana y San Remo.
Gracias a su particularidad geográfica la Costa Azul goza de un tiempo excepcional y de una fama desmesurada. Lugares como St-Tropez, Cannes, Niza o Mónaco,
aparentemente no merecen una presentación. Nosotros se la daremos de
todas formas para que descubran una visión mucho más profunda que la de
los dos minutos que el telediario dedica al Festival de Cine de Cannes.
Si el glamour es lo más importante en la Costa Azul, no es lo único.
Evidentemente, aquellos que busquen la calma absoluta y la ausencia de
humanos, no se encaminan hacia el lugar más adecuado. Y sin embargo, hay
ciertos rincones, la mayoría alejados de la costa, donde sí es posible
adentrarse en el mar solo, en una cala perdida, o visitar los valles
ocultos del interior que nos llevan hacia los Alpes, espalda sobre la que se apoya toda la Costa Azul.
La Côte d’Azur, es invadida
recurrentemente por los parisinos en verano y también por turistas de
todo el mundo que poco o nada conocen de la región, pero que acuden a
ella obnubilados por el “charme”, el encanto y el glamour que tan bien
ha vendido la Costa Azul.
Promenade des Anglais, Paseo de los ingleses, Niza |
Por supuesto, algo de magnifico debe haber para que ya desde el siglo XIX la región haya atraído a pálidas damiselas de toda Europa y caballeros de ricas fortunas, nobles de capa caída y personajes de diversa calaña preocupados en hacerse ricos, encontrar esposa o esposo o simplemente sobrevivir entre copa y copa de champán.
La ventajas de la zona de la Costa Azul,
durante mucho tiempo mal comunicada con Paris y centroeuropa, son en
primer lugar climáticas. El sol campa a sus anchas la mayor parte del
año, sobre todo en el invierno, que por otra parte es particularmente
suave. Ese clima temperado fue uno de los primeros objetivos de los
primeros turistas. El mar de un lado, los valles que llevan a los Alpes
del otro.
La presencia simultanea del Mediterráneo y de la cordillera de los Alpes.
La Costa Azul está protegida y enmarcada por los Alpes del sur. Algunas
de sus cumbres llegan a los 3.000 metros. Desde allí los prealpes de Niza llegan hasta el mar. En esa zona encontramos pueblecitos como Grasse,
situado a 750 metros de altitud, desde donde pueden contemplarse
panoramas excepcionales. Una explosión de color en primavera, un
invierno frío pero teñido aún por esa luz mediterránea, alegre y cálida a
pesar de la altura.
Y, evidentemente el cine, el lujo, la nobleza de ese anacronismo del glamour que es Mónaco.
No obstante, esta percepción, esta semejanza entre el lujo decadente de
la vieja Europa en un mundo globalizado, debe mucho más a Grace Kelly y
al público norteamericano que a los franceses. Los años 60 supusieron
el salto definitivo a la fama para Mónaco y para una cierta idea de la
Costa Azul, donde la pasión de la Formula 1, con sus riesgos de mentiras
se unía a las miradas de las actrices, al romance loco y desenfrenado.
Mientras la Guerra fría causaba estragos en el mundo, los gloriosos 30
años de desarrollo, las vacaciones pagadas y el despegue del consumismo
elevaban a la Costa Azul al Parnaso del lujo glamouroso.
Costa y montaña, para todos los gustos
Del lado del Mediterráneo la Costa Azul
propiamente dicha va de Mentón en la frontera italiana hasta Tolón, el
gran puerto militar francés del sur.
El interior de la región de Niza
es una zona muy deseada en la actualidad. El mercado inmobiliario se ha
desarrollado, aunque no tenga nada que ver con la destrucción
sistemática del paisaje y la construcción de bloques que ha adornado la
costa española o el resto de la francesa. Se trata de zonas que
conservan todavía el toque rural y donde la arquitectura sigue unas
pautas, que muy lejanas de todo nacionalismo o regionalismo, sin embargo
conservan la tradición de la construcción en piedra de casa de campo
provenzales. Lo mismo ocurre con la región de Antibes y Cannes, Vallauris, el macizo del Esterel (Massif de l’Esterel) y el macizo de los Moros (Massif des Maures).
Pero hay mucho más en la Costa Azul, les hablaremos de Hyéres, del archipiélago del mismo nombre con las islas de Porqueroles y Levant; de St-Raphaël, Frejus, de Antibes, Le Cannet, de Mónaco, Montecarlo y Menton.
Y mucho más porque no sólo hay playas y
bellas ciudades costeras, lujo y desenfreno nocturno, dentro de lo cabe,
no olviden que estamos en Francia. La Costa Azul permite conocer Italia
y también el interior de esta Provenza marítima. Destacaremos el Parque Nacional de Marcantour, ya en plenos Alpes, donde practicar el esquí es
un juego de niños. Isola 2000 y picos de más de 3000 metros forman un
decorado increíble tanto en invierno como en verano. No dejen de visitar
el Valle de las Maravillas (La Vallé des Merveilles), puerta del parque.
Déjense encandilar por la luz
mediterránea que enamoró a Picasso y a tantos otros pintores, directores
de cine, literatos y diletantes.
Mapa
Para saber más de cada ciudad o lugar pinche en los links.
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