La Torre Eiffel fue construida por Gustave
Eiffel con motivo de la Exposición Universal de 1889 que conmemoraba el primer
centenario de la Revolución Francesa. Su construcción duró 2 años, 2 meses y 5
días y fue una auténtica proeza técnica y arquitectónica. "Utopía
realizada", hazaña tecnológica, a finales del siglo XIX fue la
demostración del ingenio francés personificado por Gustave Eiffel, un punto
culminante de la era industrial. Inmediatamente experimentó un éxito inmenso.
Diseñada para durar sólo 20 años, se salvó
gracias a los experimentos científicos promovidos por Eiffel y, en concreto,
las primeras transmisiones radiográficas, seguidas de las telecomunicaciones:
señales de radio de la torre al Panteón en 1898, sirvió como radio militar en
1903, primera emisión de radio pública en 1925 y después la televisión hasta la
TNT más recientemente.
Desde los años 80, el monumento ha sido
renovado, restaurado y adaptado regularmente para un público cada vez más
numeroso.
Con el paso de los decenios, la Torre Eiffel
ha visto proezas, iluminaciones extraordinarias, visitantes prestigiosos. Un
lugar mítico y audaz, que siempre ha inspirado a artistas y desafíos.
Es el escenario de numerosos acontecimientos
de relevancia internacional (encendido de alumbrados, centenario de la torre,
espectáculo pirotécnico del año 2000, campañas de pintura, destellos de luz,
torre azul para indicar la Presidencia francesa de la Unión Europea o
multicolor para sus 120 años, instalaciones insólitas como una pista de
patinaje, un jardín, etc.).
Es universal, como la torre de Babel, pues
cerca de 250 millones de visitantes, sin distinción de edad u origen, han
venido de todos los rincones del planeta para descubrirla desde su inauguración
en 1889.
Como todas las torres, nos permite ver y ser
vistos, con un ascenso espectacular, una panorámica única de París, un faro
resplandeciente en el cielo de la capital.
La torre también representa la magia de la
luz. Su alumbrado, sus destellos de luz y su brillante faro reavivan el sueño
todas las noches.
Símbolo de Francia en el mundo, balcón de
París, en la actualidad cuenta con casi 7 millones de visitantes al año (de los
cuales el 75% son extranjeros), lo que le convierte en el monumento de pago más
visitado del mundo.
Inaugurado a finales del siglo XVIII, el Museo
del Louvre es el museo más importante de Francia y el más visitado del mundo.
Actualmente recibe más de ocho millones de visitantes cada año.
Formado a partir de las colecciones de la
monarquía francesa y las expoliaciones realizadas durante el imperio
Napoleónico, el Museo del Louvre abrió sus puertas en 1793 mostrando un nuevo
modelo de museo, que pasaba de las manos de las clases dirigentes al disfrute
del público general.
La Catedral de Notre Dame (o de Nuestra Señora
de París) es una inmensa iglesia gótica dedicada a la Virgen María en la Ile de
la Cité. La construcción de esta catedral tomó mucho tiempo y esfuerzo de
muchas generaciones. Los trabajos de construcción comenzaron en 1163 y no fue
hasta 1345 que se terminaron. A pesar de que la Catedral de Notre Dame es una
iglesia católica en funcionamiento, hace tiempo se convirtió también en una
importante atracción turística.
Catedral de Notre Dame
A lo largo de los años, la catedral ha
presenciado innumerables acontecimients históricos, tales como la coronación de
Napoleón Bonaparte, la beatificación de Juana de Arco y la coronación de
Enrique VI de Inglaterra.
Durante la Revolución Francesa, en 1793, la
catedral fue convertida a un “Templo de la Razón” y muchos de sus tesoros
fueron destruidos o robados. Gran parte de las esculturas fueron martilladas y
golpeadas hasta su destrucción e incluso reemplazaron a la Virgen Maria en
varios altares por imágenes de la libertad. Durante este periodo la catedral
terminó convirtiéndose en un almacen de comida. No fue ssino hasta 1845 que se
inició un programa de restauración el cual duró 23 años.
Tiempo más tarde, durante la Segunda Guerra
Mundial, afortunadamente la Catedral de Notre Dame no fue destruida aunque los
bombarderos alemanes pudieron destruir muchos vitrales. Los cuidadores del
edificio decidieron retirar los vitrales que no habían sido destruidos para
protegerlos y reinstalarlos al final de la guerra.
La Catedral de Notre Dame ha resistido el pase
del tiempo y parece que lo seguirá haciendo. Durante tu visita a París, es casi
una obligación que visites la catedral y es que además de poder disfrutar de la
fachada y de los interiores de este edificio, también puedes subir a la torre
sur de este edificio y disfrutar de espectaculares vistas del Sena, Ile de la
Cité y París. Y no solo eso, también puedes visitar las criptas de la catedral
y el museo arqueológico, el cual tiene ruinas subterráneas de construcciones
romanas.
Costo de la entrada
La entrada a la Catedral de Notre Dame es
gratuita pero si deseas subir a la torre o visitar la criptas tendrás que pagar
una tarifa.
Torre de la Catedral de Notre Dame
8,50 € – Entrada general
5,50 € – Tarifa reducida
Gratis – Poseedores del París Pass, menores de
18 años, jóvenes europeos con edades entre 18 y 25 años y personas con alguna
discapacidad con su acompañante.
Criptas Arqueológicas
5,00 € – Tarifa normal
3,50 € – Tarifa para adultos mayores de 60
años
2,50 € – Tarifa para jóvenes de 14 a 26 años
3,00 € – Renta de audioguía en español (30
minutos)
Gratis – Menores de 14 años, poseedores del
París Pass y discapacitados
Ubicación y cómo llegar a la Catedral de Notre Dame
Metro: Toma la Línea 4 del Metro y bájate en la
estación Cité. Alternativamente puedes llegar a la estación Saint Michel
que se encuentra al sur, cruzando el Sena por el Pont Saint-Michel.
RER: Para llegar en RER,
deberás bajarte en la estación St-Michel Notre-Dame que tiene
correspondencia con la Línea B y C. Esta estación se encuentra cruzando
el Sena, al sur de la Ile de la Cité.
Autobús público: Los autobuses de las rutas 21, 38, 47, 58, 70, 72, 74, 81, 82, 82 o el Balabus te llevan a la catedral.
Ver información sobre los autobuses públicos de París
Autobús turístico: Los autobuses turísticos te
llevan a la Ile de la Cité, muy cerca de la Santa Capilla y son una
excelente opción para conocer París.
Batobús: El Batobús es un servicio de transporte
de pasajeros en el Río Sena pensado para los turistas. Tiene varias
estaciones a lo largo del río, cada una muy cerca de monumentos muy
importantes. Para llegar a la Sainte Chapelle, debes bajarte en la
estación Notre Dame.
El Museo de Orsay está dedicado a las artes plásticas del siglo XIX y cubre los periodos artísticos que transcurren entre las creaciones expuestas en el Museo del Louvre y las del Centro Pompidou.
El edificio
Museo de Orsay
El Museo de Orsay se ubica en una antigua estación de tren que fue inaugurada en el año 1900 con motivo de la Exposición Mundial de París. La estación contaba con un elevado tráfico de trenes hasta 1939.
Desde finales de la Segunda Guerra Mundial la estación fue quedando en abandono y en 1960 se planeó derruirla.
Fue
en el año 1977 cuando la estación se libró de su fatal destino gracias a
que se planteó la transformación del edificio en un museo, que se vería
inaugurado en 1986.
En la actualidad el edificio aún conserva el antiguo encanto de la estación de trenes que albergó en el pasado.
Estación de tren que alberga el Museo de Orsay
Las exposiciones
El Museo de Orsay contiene pinturas impresionistas y post-impresionistas, además de una gran colección de escultura, artes decorativas y elementos arquitectónicos.
En
las salas laterales de la planta baja del extenso edificio se muestran
obras pertenecientes al periodo de 1848 a 1870, mientras que en la zona
central se pueden ver llamativas esculturas.
En la planta superior
se muestran las obras pertenecientes a la época floreciente entre 1874 y
1886, donde se pueden encontrar las obras de grandes maestros como Renoir, Cézanne, Gauguin o Monet.
En esta planta se pueden ver algunos elementos decorativos además de
una preciosa sala de fiestas decorada con todo lujo de detalles.
Un lugar agradable en el que disfrutar del arte
Al contrario que otros museos demasiado extensos y complicados de recorrer (como el Museo del Louvre), el Museo de Orsay resulta cómodo de visitar y sus exposiciones son muy completas.
Todo esto unido al ambiente especial que le otorga el antiguo edificio
de la estación de trenes, hace que para nosotros sea uno de los mejores museos en París.
Localización
62 Rue de Lille.
Horario de visita
De martes a domingo: de 9:30 a 18:00 horas (jueves hasta las 21:45 horas).
Lunes: cerrado.
Precio
Adultos: 9€.
Menores de 18 años: entrada gratuita.
Ciudadanos UE entre 18 y 25 años: entrada gratuita.
Entrada a partir de las 16:15 horas (jueves a partir de las 18:00): 6,50€.
Entrada gratuita con Paris Pass y Paris Museum Pass.
Transporte
Metro: Solferino, línea 12.
RER: Musée d´Orsay, línea C.
La Costa Azul es
mundialmente conocida gracias al cine, a la atípica corte monegasca y a
su microclima resguardado de los vientos mediterráneos. Libre del
Mistral y la Tramontana, la costa de los departamentos del Var y de los
Alpes-Maritimes, es una de las regiones litorales más glamourosas del
planeta. Desde Hyéres en el Var, pasando por Mónaco, hasta la frontera italiana y San Remo.
Gracias a su particularidad geográfica la Costa Azul goza de un tiempo excepcional y de una fama desmesurada. Lugares como St-Tropez, Cannes, Niza o Mónaco,
aparentemente no merecen una presentación. Nosotros se la daremos de
todas formas para que descubran una visión mucho más profunda que la de
los dos minutos que el telediario dedica al Festival de Cine de Cannes.
Si el glamour es lo más importante en la Costa Azul, no es lo único.
Evidentemente, aquellos que busquen la calma absoluta y la ausencia de
humanos, no se encaminan hacia el lugar más adecuado. Y sin embargo, hay
ciertos rincones, la mayoría alejados de la costa, donde sí es posible
adentrarse en el mar solo, en una cala perdida, o visitar los valles
ocultos del interior que nos llevan hacia los Alpes, espalda sobre la que se apoya toda la Costa Azul.
La Côte d’Azur, es invadida
recurrentemente por los parisinos en verano y también por turistas de
todo el mundo que poco o nada conocen de la región, pero que acuden a
ella obnubilados por el “charme”, el encanto y el glamour que tan bien
ha vendido la Costa Azul.
Promenade des Anglais, Paseo de los ingleses, Niza
Por supuesto, algo de magnifico debe
haber para que ya desde el siglo XIX la región haya atraído a pálidas
damiselas de toda Europa y caballeros de ricas fortunas, nobles de capa
caída y personajes de diversa calaña preocupados en hacerse ricos,
encontrar esposa o esposo o simplemente sobrevivir entre copa y copa de
champán.
La ventajas de la zona de la Costa Azul,
durante mucho tiempo mal comunicada con Paris y centroeuropa, son en
primer lugar climáticas. El sol campa a sus anchas la mayor parte del
año, sobre todo en el invierno, que por otra parte es particularmente
suave. Ese clima temperado fue uno de los primeros objetivos de los
primeros turistas. El mar de un lado, los valles que llevan a los Alpes
del otro.
La presencia simultanea del Mediterráneo y de la cordillera de los Alpes.
La Costa Azul está protegida y enmarcada por los Alpes del sur. Algunas
de sus cumbres llegan a los 3.000 metros. Desde allí los prealpes de Niza llegan hasta el mar. En esa zona encontramos pueblecitos como Grasse,
situado a 750 metros de altitud, desde donde pueden contemplarse
panoramas excepcionales. Una explosión de color en primavera, un
invierno frío pero teñido aún por esa luz mediterránea, alegre y cálida a
pesar de la altura.
Côte d’Azur, Toute Lannee
Y, evidentemente el cine, el lujo, la nobleza de ese anacronismo del glamour que es Mónaco.
No obstante, esta percepción, esta semejanza entre el lujo decadente de
la vieja Europa en un mundo globalizado, debe mucho más a Grace Kelly y
al público norteamericano que a los franceses. Los años 60 supusieron
el salto definitivo a la fama para Mónaco y para una cierta idea de la
Costa Azul, donde la pasión de la Formula 1, con sus riesgos de mentiras
se unía a las miradas de las actrices, al romance loco y desenfrenado.
Mientras la Guerra fría causaba estragos en el mundo, los gloriosos 30
años de desarrollo, las vacaciones pagadas y el despegue del consumismo
elevaban a la Costa Azul al Parnaso del lujo glamouroso.
Costa y montaña, para todos los gustos
Del lado del Mediterráneo la Costa Azul
propiamente dicha va de Mentón en la frontera italiana hasta Tolón, el
gran puerto militar francés del sur.
El interior de la región de Niza
es una zona muy deseada en la actualidad. El mercado inmobiliario se ha
desarrollado, aunque no tenga nada que ver con la destrucción
sistemática del paisaje y la construcción de bloques que ha adornado la
costa española o el resto de la francesa. Se trata de zonas que
conservan todavía el toque rural y donde la arquitectura sigue unas
pautas, que muy lejanas de todo nacionalismo o regionalismo, sin embargo
conservan la tradición de la construcción en piedra de casa de campo
provenzales. Lo mismo ocurre con la región de Antibes y Cannes, Vallauris, el macizo del Esterel (Massif de l’Esterel) y el macizo de los Moros (Massif des Maures).
Pero hay mucho más en la Costa Azul, les hablaremos de Hyéres, del archipiélago del mismo nombre con las islas de Porqueroles y Levant; de St-Raphaël, Frejus, de Antibes, Le Cannet, de Mónaco, Montecarlo y Menton.
Y mucho más porque no sólo hay playas y
bellas ciudades costeras, lujo y desenfreno nocturno, dentro de lo cabe,
no olviden que estamos en Francia. La Costa Azul permite conocer Italia
y también el interior de esta Provenza marítima. Destacaremos el Parque Nacional de Marcantour, ya en plenos Alpes, donde practicar el esquí es
un juego de niños. Isola 2000 y picos de más de 3000 metros forman un
decorado increíble tanto en invierno como en verano. No dejen de visitar
el Valle de las Maravillas (La Vallé des Merveilles), puerta del parque.
Déjense encandilar por la luz
mediterránea que enamoró a Picasso y a tantos otros pintores, directores
de cine, literatos y diletantes.
Mapa
Para saber más de cada ciudad o lugar pinche en los links.